Diástasis abdominal en el embarazo: lo que debes saber para proteger tu cuerpo y prepararte para el postparto

La diástasis abdominal es uno de esos temas que genera muchas dudas en las mamás. La mayoría escucha hablar de ella después del parto, cuando aparecen secuelas como el abdomen abultado, dolor lumbar o debilidad en el core.
Pero la realidad es que la diástasis ya estaba presente durante el embarazo. Y lo mejor que puedes hacer es trabajarla desde el inicio para evitar problemas en el postparto.

En este artículo vamos a contarte: qué es, por qué ocurre, cómo diferenciar entre una diástasis fisiológica y una patológica, qué cambios provoca en tu cuerpo y qué puedes hacer para protegerla desde ya.

¿Qué es la diástasis abdominal en el embarazo?

La diástasis abdominal es la separación natural de los rectos del abdomen (los famosos “six-pack”) a través de la línea alba, un tejido conectivo que los une en el centro.
Durante el embarazo, este tejido se estira para dejar espacio al útero en crecimiento y permitir que el bebé se desarrolle.

👉 Si no existiera la diástasis, la barriga no podría crecer y el útero no tendría espacio para tu bebé. Por eso, es un proceso completamente fisiológico y necesario.

¿Por qué ocurre?

La principal causa es el aumento de la hormona relaxina, que actúa debilitando los tejidos blandos para dar mayor elasticidad al cuerpo.
Esto, junto con la presión del útero en crecimiento, genera la apertura progresiva de los rectos abdominales.

Diástasis fisiológica vs diástasis patológica

Aquí está la clave que muchas veces no se explica: todas las embarazadas tienen diástasis fisiológica.
Es decir, una separación normal que ocurre de manera progresiva a medida que avanzan las semanas.

El problema llega cuando esa separación se convierte en diástasis patológica:

  • Cuando la apertura es excesiva.
  • Cuando el tejido está demasiado débil.
  • Cuando no se trabaja el core durante el embarazo.

Es en ese punto donde aparecen las secuelas en el postparto: dificultad para recuperar la faja abdominal, dolores lumbares, debilidad del suelo pélvico y problemas estéticos o funcionales.

Cambios corporales que provoca la diástasis

La diástasis no solo es “una separación del abdomen”. Tiene un impacto directo en tu cuerpo:

  1. Desprogramación del transverso abdominal
    El transverso es tu “faja natural”. Cuando se debilita, pierdes sujeción y estabilidad.
  2. Core debilitado
    El core deja de funcionar como un bloque sólido → tu espalda queda más expuesta y aparecen los dolores lumbares.
  3. Suelo pélvico más vulnerable
    Al no tener un buen sostén desde el abdomen, el suelo pélvico recibe más presión y aumenta el riesgo de secuelas.
  4. Menor control en los pujos durante el parto
    Una diástasis debilitada dificulta el control abdominal durante el expulsivo, lo que puede alargar o complicar el proceso.

Cómo proteger tu diástasis durante el embarazo

Aunque no se puede evitar la diástasis (porque es fisiológica), sí puedes proteger tu abdomen para que la recuperación en el postparto sea más rápida y segura.

Aquí tienes algunas claves:

– 🔹 Ejercicios específicos de transverso

El más importante es el conocido como “abrazo al bebé”.
Consiste en activar de manera suave y consciente el transverso, como si “abrazaras” a tu bebé desde dentro, fortaleciendo tu faja natural.

– 🔹 Ejercicios globales de activación del core

Trabajos de respiración y postura, que ayudan a mantener el abdomen más estable y a evitar presiones excesivas.

– 🔹 Trabajo de glúteo

El glúteo es el gran aliado durante el embarazo: estabiliza la pelvis, protege la zona lumbar y reduce la sobrecarga que llega al abdomen.

👉 La clave no es hacer miles de ejercicios distintos, sino ejercitar de forma consciente y adaptada. Cada embarazo es único y requiere un plan específico según tus semanas y tus sensaciones.

Conclusión: la diástasis no es tu enemiga

La diástasis abdominal no es algo que puedas evitar, pero sí es algo que puedes aprender a cuidar y proteger.
La diferencia entre llegar al postparto con un abdomen funcional y fuerte o con secuelas molestas depende de cómo trabajes durante el embarazo.